En los centros en los que he trabajado en los últimos años el uso de los móviles por parte del alumnado está prohibido. Creo que podría extenderse al profesorado aunque hay ciertas funciones como fichar o pasar lista que han de hacerse con el dispositivo personal. Es un tema a debate, cuánto nos influyen los móviles en esta sociedad contemporánea en la que se da, como escribía Levis Diego, una presencia ubicua de la pantalla electrónica. Otra autora, Patrice Flichy nos habla de un Individualismo Conectado que en resumen viene a traducirse en que cada ser humano es una célula autónoma a la que le interesan únicamente sus asuntos, pero a la misma vez busca estar siempre interconectado con otros a través de la Red.
Deberíamos cuestionarnos el uso que le estamos dando a las nuevas tecnologías, seguro que en alguna ocasión has sentido cierta adicción a ellas ¿Somos capaces de controlarlas o la situación ya es irreversible?
Indaguemos en el concepto de adicción. Hoy en día la tecnología para muchos es un elemento indispensable para vivir. Como con las drogas, no podemos dejar de consumir tecnología constantemente. Ese deseo irrefrenable de revisar el Whatsapp nada más despertar, la ansiedad ante una notificación… De hecho, en ocasiones nuestra mente nos engaña y se imagina que nuestro dispositivo sonó o vibró y no fue así; esto tiene un nombre: “síndrome de vibración fantasma”.
Este síndrome fue conceptualizado por el departamento de neurología de la Universidad de Maryland, que aseguró en el estudio que el ochenta por ciento de quienes usan habitualmente dispositivos móviles, alguna vez lo habían experimentado. El psicólogo Larry Rosen llega a asegurar que una cantidad importante de personas de diferentes países están permanentemente atentas a sus dispositivos electrónicos y dejan de lado al mundo físico, analógico o real. No me parece descabellado.
¿Conoces el término “nomofobia”? Consiste en una abreviatura de “no mobile phobia” y se trata del miedo o la fobia a salir a la calle sin el dispositivo móvil (o a quedarse sin batería o cobertura). Si te soy sincero, yo en alguna ocasión he sufrido de nomofobia, cada vez menos eso sí. Incluso disfruto de tiempos sin móvil. El curso pasado había días que deliberadamente lo dejaba en casa y te aseguro que sin él, me vibraba el bolsillo. Últimamente he tomado medidas drásticas desinstalé del móvil todas las redes sociales, solo tengo Whatsapp y Telegram. Pero tampoco nos vamos a poner dramáticos, no todo es malo o perjudicial, si utilizamos de forma correcta la tecnología podemos, entre otras cuestiones, agudizar ciertas habilidades cognitivas. En el ámbito educativo se puede dar un aprendizaje colaborativo, según comenta María Eugenia Calzadilla las nuevas tecnologías estimulan la comunicación interpersonal posibilitando el intercambio de información y el diálogo entre todas las personas implicadas en el proceso; permiten un rápido y fácil acceso a información y contenidos; se puede realizar un seguimiento constante del progreso de los integrantes del grupo.
Vemos por una parte los efectos nocivos de las nuevas tecnologías como “síndrome de vibración fantasma” y “nomofobia”, incluso otro del que no he hablado: “cibercondría”, esa tendencia a buscar en la red las enfermedades que supuestamente padecemos; por otra están los beneficios, en el ámbito educativo, en el desarrollo cognitivo… Como en muchos ámbitos de la vida: el Yin y el Yang.
Reconociendo las virtudes y riesgos de la tecnología… donde esté una conversación cara a cara, esos encuentros personales sin mediar bits… que se quite la tecnología. Sin duda estos momentos continúan siendo insustituibles porque, en esencia, somos seres sociales y culturales.
Tarea para la próxima semana: deja el Whatsapp, haz una llamada y si es posible, queda con esa persona con la que diariamente te comunicas por Whatsapp. Queda para tomar un café. Siente el olor a café que nunca te dará el móvil.
Buena semana,
Gorka “movilizado” Fernández Mínguez
PD: Hoy te recomiendo la conversación que tuve con Conchi Serrano en mi programa de televisión La azotea algabeña.
Yo no solo no lo prohibo sino que lo integro como herramienta de aprendizaje. Prohibir algo que va a estar continuamente en nuestras vidas, hasta que se vayan inventado nuevos artilugios, me parece antinatura. Habra que enseñar a tener una relación amable y lógica con esa herramienta, al igual que se hace con la comida, sexo y otras que nos podrían crear adicciones o fobias, digo yo. Un saludo, te escribo un wasap y te sigo contando. ;)