Ataque a la vergüenza
Seguimos con algo relacionado con Albert Ellis de quien hablé hace dos semanas. Hoy abordo el tema de una emoción: la vergüenza y cómo combatirla.
Ken Robinson en su célebre ponencia “la escuela mata la creatividad” decía que los niños no tienen miedo a equivocarse, digamos que tienen poco desarrollada la vergüenza, de la que nuestros adolescentes a veces parecen carecer. Pero si en realidad nos fijamos con detalle, observaremos que tienen serias dificultades para decir no, para pedir favores e incluso algunos desarrollan ciertos tipos de fobias a situaciones sociales. Como herramienta terapéutica para resolver estas limitaciones Albert Ellis ideó el “ataque a la vergüenza” que consiste en desbloquear las ideas irracionales de miedo a enfrentarse a situaciones comprometidas. Principalmente consiste en realizar algo que sea vergonzante para la persona que lo realiza con la condición de que no violente a las personas que lo “reciban”.
Ellis, creador de la terapia racional emotiva conductual, ponía como condición para acceder a la profundización en esa corriente terapéutica que los aspirantes realizarán su propio ejercicio de ataque a la vergüenza y se enfrentarán a sus ideas irracionales. Incluso convocó un premio anual en el que condecoraba a aquel terapeuta que hiciese el ataque a la vergüenza más creativo.
Nada pasa después de hacerlo, incluso las reacciones de las personas son de lo más inesperadas. Tiene sentido comprobar que tras un episodio de este tipo, aparentemente lo más vergonzoso que nunca ha realizado una persona, la tierra sigue girando.
Uno de esos terapeutas se puso a prueba pidiendo en un restaurante que unos comensales vecinos le diesen a probar un plato; ya que no estaba decidido del todo. Para su sorpresa no solo se lo recomendaron, sino que se lo dejaron probar sin problemas. Otro entró en una concurrida farmacia y pidió cuatro cajas de preservativos, cuando se los trajeron dijo en voz alta “no los tendrá de una talla más pequeña”. Y nada pasó. En mi caso, cuando me propusieron hacer un ataque de vergüenza decidí comprar una revista porno en una tienda cercana a casa de mis padres. Era algo que me provocaba muchísima vergüenza. Entré nervioso y no encontraba la sección subida de tono, para darle un giro de tuerca al reto le pregunté al dependiente “perdona, las revistas eróticas ¿Dónde están?”. “En aquella esquina del pasillo de la izquierda” Me respondió. Me adentré en el pasillo y me quedé mirando las diferentes opciones. Me llevé algo baratito, una revista de relatos. Me acerqué al mostrador de nuevo, pagué. El chico me ofreció una bolsa y le dije que no. Salí con mi revista. No había pasado nada, me había enfrentado a ese sentimiento de vergüenza y me gustaba la idea de que no hubiese pasado nada, ni siquiera el dependiente me miró mal. Pude comprobar la utilidad de la prueba. Todo un artista Albert Ellis. Por cierto, los relatos eran interesantes. Nunca había leído nada parecido.
Gorka “vergonzosillo” Fernández Mínguez
PD: El pasado martes, como siempre, disfruté como un enano en el podcast de cine Conversacines. Hablamos sobre El maquinista de la general de Buster Keaton. Deberíamos acercarnos más al cine mudo.
PD: Ayer publiqué la entrevista que mantuve con Víctor Guirado en el programa La azotea algabeña. Hablamos sobre el proyecto de radio en un colegio de primaria.