Confianza en sí
A veces algo tan simple como vestir de traje y corbata te imprime más confianza. La falta de confianza es un terrible compañero de viaje. Te paraliza. Provoca que ni siquiera intentes luchar por aquello que deseas, y termina encerrándote en un minúsculo espacio que controlas a la perfección y del que no quieres salir.
Nelson Mandela pasó veintisiete años en la cárcel, dieciocho de los cuales en la terrible prisión de Robben Island.
En la película sobre el premio nobel de la Paz y el campeonato mundial de rugby de 1995 nos muestran su celda, la voz en off de Mandela nos recita versos del poema de William Ernest Henley que da título a la película, Invictus:
…Ya no importa cuán estrecho haya sido el camino,
ni cuántos castigos lleve a la espalda:
Soy el amo de mi destino,
soy el capitán de mi alma.
Esos versos le dieron ánimos para sobrellevar un trato denigrante. Mandela realizaba trabajos forzados, rompía piedras a pleno sol, con poca comida y recibiendo palizas constantes. Además, durante su encarcelamiento contrajo tuberculosis. Pero Nelson no se derrumbó. Cada mañana bajaba al patio y se paseaba orgulloso luciendo sus heridas, contagiando valor y esperanza a los demás reclusos. Para ellos Mandela era inspiración, algo que posteriormente lo sería para toda la nación sudafricana.
¿Cómo es posible que se sintiera tan confiado en unas condiciones capaces de romper en pedazos a cualquier persona? La respuesta es que, en realidad, no se sentía confiado.
Como confesó posteriormente, Mandela estaba ocultando sus miedos. Vivía con miedo, y desde luego jamás se sintió seguro de sí mismo, pero tenía clara una cosa: si se quedaba esperando en su celda hasta reunir la confianza suficiente, nunca hubiera bajado al patio a inspirar a los presos.
Aquí está una de las claves de este asunto, a menudo creemos que es necesario sentirnos preparados y confiados antes de enfrentarnos a un reto y no es así. Para ejemplo, Mandela, no esperó a sentirse confiado: actuó pese a no estar seguro, y por eso consiguió vencer.
El verdadero problema no es que no te sientas confiado antes de hacer algo; el problema es que crees que debes sentirte confiado para hacerlo. Pero no necesitas sentir nada para hacerlo. Tus actos pueden ser independientes de tus emociones.
No esperes a sentirte preparado antes de empezar tu propio negocio o dar tu primera charla en público, porque te quedarás esperando toda la vida. Actúa sin confianza, y la confianza vendrá después.
No te estoy proponiendo hacer nada que no hayas hecho antes. Si aprendiste a andar en bicicleta, imagino que al principio tendrías miedo de caerte. Pero no esperaste a vencer ese miedo y sentirte totalmente seguro antes de subirte a la bici: te montaste en ella y poco a poco fuiste sintiendo más confianza.
Además de la regla de oro de la confianza, también has de tener en cuenta los siguientes consejos: deja de perseguir la confianza; empieza por poco; encuentra los motivos para confiar en ti; recuerda tus valores; utiliza una pose de triunfo; reinterpreta tu miedo; toma más pequeñas decisiones.
Para terminar recuerda la estrategia de Beyonce para salvar el miedo escénico, creía firmemente estar interpretando ser otra persona, concretamente a un alter ego al que llamó Sasha Fierce. Cuando salía a escena era Sasha, se transformaba y revolucionaba el escenario. Esta técnica consiste en crearse otra personalidad, un personaje que te permita salir de tu realidad para atreverte a hacer cosas que habitualmente no harías. Esto te protege frente al fracaso, porque dejarás de vivirlo como si hubieras fallado tú: ha fallado tu personaje.
Cuando sientas que el miedo te paraliza, ponte en la piel de algún personaje valiente y temerario, y empieza a actuar como él.
Feliz fin de semana y buen mes de julio.
Gorka “confiado” Fernández Mínguez