CUENTO: Océano
Otro atardecer que la pillaba mirando por la ventana. En el horizonte se desplegaba una variedad cromática propia de un cuadro de Frida Kahlo. Seguía dándole vueltas: quedarse con él o cruzar el océano. Lo quería, pero su vida era insultantemente aburrida e insípida. Volvió a sostener el retrato de su madre vestida de Galereña, típico de Guanajuato, pena que la foto fuese en blanco y negro. Qué lejos queda México, se repetía. Retiró la vista, quiso dejar de pensar en ello. Intentó refugiarse en la lectura. En su librería aún convivían sus libros con los de su hija. Se tropezó con uno que solía leer a menudo “Annie Bonny, la pirata”. Recordó aquellos momentos previos a dormir, cuando las dos gritaban emulando a la pirata irlandesa, aquello sí era divertido. Una lágrima se desprendió y fue a parar a la caja en la que tenía unos ahorros. Buscó la llave, abrió el candado. Sin pensar en lo que fuese a decir él, sin tener en cuenta su opinión, cogió el dinero y se acercó a la agencia de viajes. Compró un billete para Ciudad de México.
A la semana siguiente estaban las tres juntas: abuela, madre e hija.
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PD: Gora San Fermín