En mi duda, tu aliento
En mi miedo,
tu seguridad.
En mi duda,
tu aliento.
En mi egoísmo,
tu amor.
Así empieza el poema En mi debilidad del sacerdote jesuita José María R. Olaizola.
En este miércoles santo reivindico la duda.
Desde 2011 he portado el paso del Cristo del Confalón en Écija, los jueves santos. Este año también, será el último. Me acerqué a la semana santa buscando a Dios, ya no me sirve. Por múltiples razones ya no lo encuentro ahí. Ahora está en el día a día más allá de semana santa: en las lecturas, en la naturaleza… sigo buscándolo. Sigo dudando.
Me gustaría recordar aquella experiencia que tuve en Jerusalén y que recojo en mi libro Aprende y disfruta, en el capítulo la Religión en la escuela:
Después de más de veinte años, aquel día volví a comulgar. La misa se celebraba en uno de los templos más importantes de la cristiandad, la iglesia del Santo Sepulcro en la ciudad de Jerusalén. En la misma iglesia coexisten facciones diversas: coptos, ortodoxos griegos, católico-romanos… Eran las seis de la tarde y en una pequeña capilla estábamos personas venidas de diversos países, todas con la misma confesión. La misa fue en italiano, un chico de la fila siguiente a la nuestra, italiano también, leyó la lectura programada. Se palpaba un cautivador sentimiento de comunidad, una comunidad universal en la ciudad Santa de las tres religiones monoteístas. Recordé eucaristías de mi juventud, las comunitarias, las de Somalo, donde el sentimiento de pertenencia era intenso. Mi época de creyente afloró, comulgué en una suerte de reconciliación con mi pasado.
Durante doce años me formé en un colegio salesiano, desde la preparación para la Comunión participé en grupos, hasta llegar a la Confirmación. No me confirmé. Dos meses antes de que el obispo pusiese la cruz de madera a mis compañeros de grupo entré en crisis de fe, una crisis de la que aún no he salido pero que desde hace unos años se viene atemperando. Un punto de inflexión fue esa tarde primaveral de 2018 en aquella capilla del Santo Sepulcro. Recibí la hostia y no pude contener mis lágrimas, recordé mi juventud y uno de los pilares sobre los que se construyó mi persona, la fe.
La chica de mi izquierda, alemana creo recordar, me miraba con cierta ternura al ver caer mis lagrimones por mi rostro incrédulo.
Sigo dudando, sigo buscando. Pero lo que tengo claro, más allá del infinito respeto que tengo a quienes creen en Dios, Alá o Yahvé; en la escuela no debería estar presente la Religión.
Continúa el capítulo con argumentos sobre por qué no debería estar presente la Religión en la escuela...
Aquel día de hace cinco años fue muy impactante para mí.
Sigo dudando, me debato entre la existencia o no de un Dios, sigo leyendo, sigo amando, sigo siendo…
En mi duda, tu aliento.
Feliz Semana Santa.
Gorka “dubitatito” Fernández Mínguez