Hay vida más allá de las torrijas
Fue el Dr. Steven Bratman, quien acuñó el término “orthorexia nerviosa” en 1997.
Su experiencia en un distrito de Nueva York; le llevó a concretar un término para explicar la obsesión patológica por comer comida “sana”.
La descripción de Bratman describe los cambios en los hábitos alimenticios que adoptan miles de personas como resultado de la amplia difusión de consejos dietéticos, así como por el miedo a la contaminación a través de alimentos.
En parte, vivimos en una sociedad que se ha obsesionado con los alimentos.
Los medios de comunicación informan sobre alimentos potencialmente peligrosos. El renombrado escritor israelí Yuval Noa Harari en su libro Homo Deus plantea que en este iniciado siglo XXI, el humano medio tiene más probabilidades de morir de un atracón en un McDonald´s que a consecuencia de una sequía, el ébola o un ataque de al-Qaeda.
La obesidad se ha convertido en una pandemia.
Nos vemos bombardeados por la elección de alimentos.
Los anunciantes suelen utilizar tácticas de miedo para promover sus productos.
Numerosas son las causas subyacentes de la ortorexia nerviosa.
La ortorexia se inicia con la elección de alimentos sanos en la dieta, como resultado de toda la información recibida y el miedo a la contaminación.
Con el tiempo, la importancia del comer sano aumenta hasta convertirse en una obsesión que perjudica el bienestar de la persona.
Las víctimas de la ortorexia a menudo muestran síntomas compatibles con el trastorno obsesivo-compulsivo y tienen una preocupación exagerada con los patrones de alimentación saludable.
Los efectos que la ortorexia tiene sobre las personas que la padecen son varios, y es que estos enfermos dejan de ingerir alimentos básicos como grasas, carnes... por considerarlos contaminados. Estos alimentos no se reemplazan por otros, creando de esta manera un déficit de nutrientes. Este desequilibrio nutricional puede derivar en ansiedad, depresión, hipervitaminosis o hipovitaminosis, hipocondrías...
En algunos casos la obsesión es tal que no solamente se centra en los alimentos, sino también en los recipientes que los contienen que tienen que ser de cerámica o madera. Esta obsesión puede desembocar en un estado de ansiedad alimenticia que a los que la sufren les llega a producir intranquilidad, inseguridad y malestar afectando a las personas que les rodean.
El perfil del enfermo de ortorexia es una persona perfeccionista y exigente con ella misma y con todo lo que hace. Los individuos más vulnerables son las chicas jóvenes y los que practican deportes como el culturismo o el atletismo, ya que son personas que tienen especial cuidado en su dieta y en los valores nutritivos de los alimentos.
Así que si te has pasado con las torrijas y el lunes quieres cuidar tu dieta, hazlo. Pero dentro de los márgenes de la lógica.
Disfruta del fin de semana y de lo poquito que queda de Semana Santa.
Gorka Fernández Mínguez