Iñaki Ochoa de Olza, pura vida
A Iñaki Ochoa de Olza le apasionaba lo que hacía. Fue un montañero navarro que murió en Annapurna el 23 de mayo de 2008. Cuando llega esta efeméride me gusta recordarlo.
Iñaki publicaba una columna en la revista Campobase y en eldiario.es en la que transmite su pasión por la montaña. El diario digital eldiario.es mantiene su sección llamada El legado de Iñaki en el que se recogen todos estos pensamientos de altura.
En el documental Pura Vida podemos acercarnos a su figura. Narra la historia de un rescate en alta montaña que sucedió en 2008 y que no pudo concluir con el rescate de Iñaki. Qué pinta esto de un rescate en el Annapurna aquí que pretendo hablar sobre desarrollo personal, te preguntarás. Mucho. En la vida son importantes valores como el compañerismo, la amistad, el amor a la naturaleza e incluso el ser consecuentes con las acciones que cada uno toma en la vida. Pues bien, esta historia tiene todos esos ingredientes. La historia de una persona íntegra que hizo que un grupo de gente quisiese convertir lo imposible en difícil: salvar una vida a 7.400 metros de altitud.
A la del documental añado otra recomendación, el libro Bajo los cielos de Asia escrito por el mismo Iñaki Ochoa de Olza, en él este himalayista nos cuenta su evolución dentro del deporte de alta montaña y todas las vicisitudes que le llevaron a ser un alpinista profesional. Con una soltura y una escritura ágil, en ocasiones profunda, Iñaki se nos presenta como un idealista, con convicciones éticas y estilísticas acerca de cómo se debe ascender (y descender) las cumbres más altas del mundo: sin oxígeno de apoyo, sin utilizar cuerdas fijas que no hayan sido fijadas por él mismo y sobre todo con un respeto radical a la montaña y sus gentes.
Iñaki se muestra como una persona que amaba el Himalaya, habla de igual forma de sherpas que de expedicionarios y entabla relaciones que le permiten llegar a expresarse en nepalí.
Cuarta recomendación, otro libro: Los catorce de Iñaki (Saga Editorial, 2011) de Jorge Nagore que hace referencia a ese rescate que tuvo lugar en Annapurna en el 2008, cuando Iñaki Ochoa de Olza quedó enfermo a 7.400 metros en el descenso de una de las montañas más peligrosas del planeta. Se puede considerar la segunda parte (o epílogo) del anterior libro citado.
Este libro muestra la generosidad de alpinistas que pusieron su vida en peligro por conseguir lo imposible. La lectura es emocionante, aun sabiendo el final del libro cada vez que uno cierra sus páginas un pensamiento recorre la lectura recién pausada “y si en realidad no murió y si al final le salvaron…“
A lo largo de los dos libros citados se hacen continuas referencias a un poeta al que Iñaki adoraba, Bob Dylan, y del que tiene influencias en su escritura. Pero aún y así no me importan las cúspides de las montañas, esas cimas estériles que solo son la medida de nuestro propio ego. Quisiera desprenderme de ellas para siempre, quisiera no necesitarlas más.
Por cierto, con la compra de estos dos libros se colabora con la fundación que lleva su nombre (Fundación Iñaki Ochoa de Olza – SOS Himalaya) y que pretende paliar las dificultades de las personas que viven en Nepal, Tíbet y Pakistán, los tres países en los que se encuentran las catorce cumbres más altas del planeta.
Buen fin de semana,
Gorka “mendizale” Fernández Mínguez