Esta semana habrá sido la séptima u octava vez que entro en los Reales Alcázares de Sevilla, palacio propiedad de la corona a pesar de que su majestuosidad es universal. La primera vez que entré, fue en 1996 cuando vine a la ciudad hispalense a un congreso sobre etología.
Desde muy joven había venido a Andalucía, incluso durante la exposición universal de 1992 estuve una semana disfrutando de aquel magnífico evento; aún no conocía el Alcázar. En segundo de carrera me cuestionaba si lo mío era la etología, siempre me habían gustado los animales e incluso me planteé ser zoologo. Me encaminaba al IV Congreso Nacional y I Iberoamericano de Etología, a celebrar en Sevilla, para resolver una duda sobre mi orientación profesional futura en el mundo de la Psicología.
Los contenidos del congreso fueron mayoritariamente sobre Biología y saqué como conclusión que aquello, no era para mí. Fue en una de las actividades programadas cuando visité el Alcázar, me cautivaron: sus celosías, sus techos de madera tallada, sus cúpulas, sus tapices, sus estancias… Pero sobre todo la coexistencia de culturas y su valedor Pedro I, el Cruel así denominado por sus detractores. Este monarca castellano nieto de Alfonso X el Sabio, según parece fue justo; entre otras de sus virtudes tenía la de respetar las tres religiones imperantes en la península. Como muestra, una frase musulmana de la época «Alah salve al sultán Don Pedro I el cristiano».
Cuando cayó en mis manos el CD «La felicidad cumplida» de música andalusí no dudé en hacer un programa de radio musical sobre el Alcázar, concretamente para el programa Berimbau de la hoy cerrada emisora Tas Tas Irrati Librea. La letras de la música andalusí que podemos disfrutar en este disco se construyen utilizando como base diferentes inscripciones árabes y mudéjares que aparecen en el edificio. La felicidad es buscada prácticamente por todas las civilizaciones. El edificio es una maravilla y sus inscripciones en caracteres cúficos hacen referencia a ese pretendido y a veces inalcanzable concepto que es la felicidad.
Me gusta un decálogo para ser feliz preparado por Sonja Lyubomirsky, que detalló en su libro “La ciencia de la felicidad: un método probado para conseguir el bienestar”.
El decálogo es el siguiente:
Manifiesta gratitud: la gratitud es el antídoto para evitar la queja.
Cultiva el optimismo: no deberíamos concentrarnos en bienes materiales, sino en nosotros.
Evita darle vueltas a las cosas y las comparaciones sociales: necesitamos desarrollar estrategias defensivas para distraernos de los pensamientos negativos.
Sé amable: incorporar la amabilidad (y la ternura) en nuestro día es un requisito para disponer de una vida plena.
Cuida las relaciones sociales: la amistad es una de las grandes riquezas que podemos cultivar.
Desarrolla estrategias de afrontamiento: es recomendable buscar canales para expresar lo que nos duele y con ello, poder afrontarlos.
Aprende a perdonar.
Saborea las alegrías de la vida: festejar las buenas noticias o permanecer abierto a la belleza y la excelencia, permiten incrementar nuestra sensación de plenitud…
Comprométete con tus objetivos.
Cuida de tu cuerpo: en cuerpos erosionados es más difícil, por no decir imposible, cultivar una vida plena.
He subido el programa a iVoox, por si te interesa escucharlo. Puede ayudarte a ser un poquito más feliz ;)
Buen fin de semana,
Gorka “feliciano” Fernández Mínguez
PD: Esta semana en el blog Complementaria he liberado el capítulo “Diferencia y desigualdad en la escuela” de mi primer libro Aprende y disfruta.
Creo que parte de la magia del Alcázar reside en la inspiración que produce cuando lo visitas, aparte de su belleza y su historia, como bien has comentado. Gracias por el post que, por cierto, también ha sido inspirador ¡Voy corriendo a buscar ese CD!