La paCiencia
Déjame que te repita un cuento que publiqué en julio, va sobre el tiempo que nos tomamos en crecer y se titula:
El helecho y el bambú
Desesperado por mi vida un día fui al bosque para hablar con un anciano muy sabio, le pregunté:
—¿Podría darme una buena razón para no darme por vencido?
—Mira a tu alrededor -me respondió-, ¿ves el helecho y el bambú?
—Sí -respondí.
—Cuando sembré las semillas del helecho y el bambú, las cuidé muy bien. El helecho creció rápidamente. Pero nada salió de la semilla de bambú. Sin embargo, no renuncié al bambú. Durante seis años el helecho creció brillante. El bambú no. Pero no renuncié a él.
El sexto año, el bambú creció más de 20 metros de altura. Se había pasado cinco años echando raíces. Aquellas raíces lo hicieron fuerte y le dieron lo que necesitaba para sobrevivir. Nunca te arrepientas de un solo día en tu vida. Los buenos días te dan felicidad. Los malos días te dan experiencia. Ambos son esenciales para la vida. Si no consigues lo que anhelas, no desesperes. Quizá sólo estés, echando raíces.
Uno cuando lee este cuento se dice a uno mismo “es verdad el tiempo es fundamental en los procesos de sanación” pero al rato se vuelve a decir “qué cojones yo quiero el cambio ya”. Tenemos cierta prisa por cambiar situaciones que nos resultan complejas y es lícito, pero no es funcional. Cuanto más nos empeñamos en querer acelerar el reloj, más ansiedad generamos.
Recuerdo que en noviembre del año pasado me decía “quiero que llegue agosto, entonces todo habrá terminado, me sentiré mejor”. Llegó agosto y no había mejorado mucho la cosa, quizá necesite llegar al agosto de 2025, o no, quizá me sienta mejor este octubre que acaba de empezar. Ser paciente es complejo, sabes que es lo correcto pero te resistes a ello.
Creo que la ceguera se engrandece cuando no somos capaces de ver los progresos que hemos hecho, cuando nos centramos en pensar simplemente: “estoy mal y debería estar mejor”.
No estoy como en noviembre del año pasado, ni mucho menos. La ansiedad por el cambio me impide ver los progresos. He evolucionado, paso a paso, en muchos aspectos estoy mucho mejor. Eso creo que debemos hacer en el proceso de sanación, ser conscientes de que en algún momento estaremos mucho mejor, pero no desdeñar los avances logrados en el camino. Para eso hay que andar, no estancarse. Por eso ando, por eso sigo escribiendo y no me dejo llevar por ideas derrotistas como las de la semana pasada cuando casi dejo de publicar. Escribir es uno de esos soportes que permite que mis raíces de bambú se vayan afianzando, algún día romperé a crecer, espero sinceramente que no sea dentro de seis años como en el bambú. Aunque si tiene que ser que sea. Paciencia.
Termino hoy con la letra de una de las canciones de mi amiga Amparo Ramos que me dejó la semana pasada en un comentario: "Sube de un tramo, de dos en dos, quién sabe cuál es la clave de esta misión. Sé fiel en tu ascenso a tu intención y ya sabes, que cabe un sí, donde dijiste no".
Buen fin de semana,
Gorka “con paciencia” Fernández Mínguez