Matthew Perry y las adicciones
De la década de los noventa recuerdo mi estancia en un piso de estudiantes en Donostia, comenzamos dos chicos y tres chicas en un piso de tres habitaciones en la parte vieja donostiarra. Era costumbre sentarnos a ver a las ocho de la tarde el correspondiente capítulo de Friends en Canal +. Nos reímos con las peripecias de esos seis neoyorquinos y trazabamos paralelismos con nuestra vida diaria de estudiantes, a la postre los personajes de la serie tenían pocos años más que nosotros y nos proyectabamos sobre la serie.
Por fin he terminado de leer un libro, hacía tiempo que no cogía la constancia necesaria y espero haber retomado mi pulsión lectora. El libro en cuestión es Amigos, amantes y aquello tan terrible de Matthew Perry, el actor que daba vida al desternillante Chandler en Friends. Sus memorias se publicaron dos años antes de que el actor apareciese ahogado en su jacuzzi por una sobredosis de ketamina. La primera parte del libro cuenta su obsesión por llegar a ser famoso y los primeros escarceos con el vodka. Todo el libro se ve plagado de adicción, relaciones amorosas y la grabación del sitcom de éxito.
Somos frágiles y cuanta mayor es nuestra fragilidad más fácil es caer en las adicciones. La adicción te permite huir de la realidad, llevarte a un estado anestesiado que te permite olvidar lo que te pasa. Tienen su funcionalidad, por eso son tan peligrosas. Perry se engancha y desengancha en varias ocasiones pero en cada recaída se observa como pretende llenar un vacío existencial que lo atormenta. También me queda clara la capacidad de resistencia que tiene nuestro cuerpo, después de toda la tralla que se metió seguía actuando y llevando una vida más o menos normal, con las excentricidades propias de quien gana un millón de dólares por episodio grabado de Friends.
Cuida esa fragilidad y que no te lleve al oscuro lugar de las adicciones.
Buen fin de semana,
Gorka “adictivo” Fernández Mínguez