No te imaginas cuánto amor me llevo
Se acaba el curso.
Hora de hacer balance.
Durante este curso, 2021/2022, he formado parte de la comunidad educativa del IES La Arboleda de Lepe (Huelva). He realizado funciones de orientación y ha sido una experiencia apasionante. Me he reencontrado con adolescentes. Me contagian su energía y sus ganas de vivir, aunque también me he encontrado algún caso complicado, alguno de ellos relacionado con el suicidio.
Hace poco, el mes pasado, se puso en marcha el teléfono contra el suicidio, el 024. El primer día de funcionamiento recibió mil llamadas. Sin duda la salud mental es una cuestión a tener en cuenta en este mundo tan complejo que nos toca vivir. Si para los adultos es difícil, imagínate para ellos que están en crecimiento.
La adolescencia es un periodo convulso. Escribía en mi primer libro Aprende y disfruta que la base de la adolescencia está en la infancia. No podemos tener conversaciones fluidas con nuestro hijo en este periodo evolutivo si no las hemos tenido antes. En su día, entrevisté a Pedro M. Sánchez y me comentó que si durante la infancia ha habido cariño y la comunicación ha sido respetuosa, difícilmente encontraremos aristas en la forma de relacionarnos posteriormente, más allá de las consabidas actitudes encaminadas a diferenciarse y adoptar independencia. Me contaba un antiguo director de centro educativo que es necesario acotar un espacio, marcado por unos límites que permitan desarrollar un carácter sólido. Sin límite no hay crecimiento. Firmeza y cercanía serían los dos ingredientes necesarios en este periodo evolutivo.
Así he funcionado con firmeza y cercanía.
Me quedo con sus sonrisas; con su cercanía cuando te cuentan algo por los pasillos (Maestro. Ayer ganó el Madrid, qué equipazo ¡¿eh!?); con sus mensajes directos tras descubrir mi cuenta de Instagram; con ese saludo cuando coincidimos en la calle; con la gratitud que transmiten cuando algo que les has contado les ha llegado, una alumna me dijo un día: Maestro, hay veces que me entran ganas de aplaudirte cuando terminas de hablar… Todo esto me recuerda al final de Ghost, no te imaginas cuánto amor me llevo. Hombre, amor, así en genérico, no es que me lleve mucho (tampoco hay que banalizar) pero sí es verdad que mi alumnado no es consciente de todo lo que me ha dado este curso. En Ghost, recuerdas la película ¿verdad?, Sam no volvía. Yo tengo la posibilidad de retomar contacto, incluso podría volver el curso que viene, aunque a decir verdad preferiría estar más cerca de casa. De lunes a viernes he vivido lejos de mi familia y sinceramente, no me agrada la situación.
Cuando trabajas en educación el tiempo se divide en cursos, no en años. Este es el final de un gran curso, otros vendrán. Dejo atrás grandes profesionales, compañeros y compañeras que me han acompañado en este tránsito, a quienes estoy eternamente agradecido. Se cierra un ciclo, se abre otro, con ilusión. Creo que la ilusión es otro ingrediente tan importante como la firmeza y cercanía. Sin ilusión poco se puede aportar a estos adolescentes en periodo de cambio.
Busca motivos para ilusionarte en todo aquello que hagas. Llegarás a experiencias de flujo, el tiempo correrá sin apenas darte cuenta y el efecto que tus acciones tendrán sobre otras personas (adolescentes o no) será más duradero.
En telegram tienes un canal que se llama Radioleda en el que he publicado los podcast que hemos hecho con el grupo de tercero de PMAR, una de las experiencias que he realizado con este grupo, del que era tutor.
Termino cansado, quién no termina cansado después de un curso… Pero sigo con la ilusión intacta, a la espera de descubrir qué nuevas aventuras educativas me depara el futuro.
Seguimos.
Gorka “finiquitando” Fernández Mínguez