Que el niño que fuiste no se avergüence del adulto que eres
Que el niño que fuiste no se avergüence del adulto que eres, frase escrita por Antoine de Saint-Exupéry que se convirtió en la idea motor de la campaña de Greenpeace ante la campaña electoral de 2015.
¿Te acuerdas de la película Big protagonizada por Tom Hanks en 1988? En ella una máquina convierte a un niño en adulto. La escena del piano de pie es brutal, ¿La recuerdas? Yo vi la película en una sala de cine cuando tenía 13 años, imagínate la identificación con el personaje. Entonces imagino que estaría deseando que me pasase lo que a Tom Hanks, tener de repente treinta años. Ironía o no, ahora desearía estar, al menos por un momento, en aquella sala de cine con mis trece años. Pero cada etapa de la vida tiene sus virtudes, en cada una se tiene una madurez y perspectiva diferente.
Entrevisté en su día a Jesús Florencio, un paisano que escribió canciones incluso para Manolo Escobar. Su sabiduría, su forma de encarar la vida con tranquilidad y sosiego son hoy por hoy para mí valores que me gustaría tener ¿Me gustaría ir a mi vejez? No, básicamente porque no sé qué es. La infancia la conozco, ¿me gustaría ir a mi infancia? Tampoco, aunque sería una buena oportunidad para dar un abrazo a mis abuelos y abuelas, que tanto echo de menos, eso sí que me gustaría.
En aquel programa de televisión, Mesa camilla, que presenté hasta hace poco, hacía siempre la misma pregunta. Proponía a la persona entrevistada lo siguiente: un amigo te comenta que tienes una máquina del tiempo y que te la deja usar solo una vez ¿Visitarías el pasado o el futuro? La mayoría de las personas entrevistadas en los casi setenta programas eligieron volver al pasado, ¿por qué? yo creo que es porque lo conocemos. Solo una persona me respondió: me quedo en el presente y le invito a una cerveza a mi amigo por haber inventado algo tan importante.
Creo que no deberíamos volver a nuestra infancia en un momento dado. Creo que debemos volver a la infancia todos los días. Volver sin duda a ser de nuevo… esos locos bajitos.
Me quedo con la idea que leí a Albert Espinosa, debemos comunicarnos con el niño o la niña que somos. Con quien nos habita, no quien fue, sino quien sigue siendo. Albert escribe en su libro “Los secretos que jamás te contaron” que parte de ese niño interior nunca creció y, si no debates diariamente con él fruncirás el entrecejo por la calle. Siempre estarás de mal humor. Debes comunicarte con ese niño, incluso en voz alta. Entonces todo mejorará. Ser dos, tú y tu niño, significa no sentirse jamás solo y saberse bien acompañado.
Termino con la cita del escritor catalán: El mundo nace en primera instancia entre tú y tú mismo. Entre esas dos voces has de crear los “basta” de este mundo.
Mi patria es mi infancia, escribía Rilke. Una patria extensa.
Buen fin de semana,
Gorka “el niño” Fernández Mínguez