Qué podemos aprender de la tristeza
Sin la tristeza no podría existir la alegría. Son complementarias. ¿Cómo íbamos a saber lo maravillosa que es la risa si nunca lloramos? La tristeza a menudo nos hace reflexionar, ahondar más en nuestros sentimientos, nos motiva a la superación y hacer frente a aquello que nos está haciendo tanto daño.
Vivimos en una época en la que idealizamos la felicidad y nos sentimos obligados a ser felices las 24 horas del día los 7 días de la semana. Vivimos en una especie de Happycracia, título de un libro que aún no he leído, por cierto. La tristeza tiene su funcionalidad, nos sirve para detenernos. No sirve para nada, porque nos permite no hacer nada. Se convierte en un proceso evaluativo, nos paramos a pensar qué está pasando, qué es lo que nos está haciendo sentirnos de ese modo, qué situación lo ha desencadenado y si podríamos haberlo evitado, quizá no se pueda evitar, pero nos sirve para reflexionar y aprender del momento.
Una de las razones más habituales para estar triste es haber perdido a alguien querido, en ese caso la tristeza nos ayudará a elaborar un duelo por el que es necesario pasar. Para ello es bueno llorar. Expresar la tristeza con el llanto es lo más natural. A veces, los hombres sobre todo, nos resistimos a echar unas lágrimas o incluso a llorar desconsoladamente. Error. Mucha gente bloquea el llanto cuando apenas empieza a notar que se va a poner a llorar, como si fuese a adentrarse a un pozo de tristeza del que no va a poder salir.
El médico y psicoterapeuta Guillermo Zurita nos dice que es importante saber que el proceso del llanto tiene una gráfica definida que se inicia lentamente y poco a poco va aumentando de intensidad progresivamente. Va a llegar un punto de intensidad máxima, que es algo parecido al “festival del moco”, tras el cual irá disminuyendo el llanto.
Podemos preguntarnos ¿Por qué nos sentimos tristes? ¿Qué podemos hacer para evitarlo? Conocernos es importante, pero cuidado: la tristeza también puede llevarnos a perder ilusión y a la depresión. Siempre, tras un momento de tristeza, debemos intentar que vuelva a aparecer la alegría. Y, si esto no es así, y aparecen síntomas como comportamientos agresivos, baja autoestima, dormir mucho o poco, comer de manera irregular, deberíamos consultar con un especialista.
Gorka “tristón” Fernández Mínguez