A veces me gusta hacer retos extremos. Este va a ser uno de ellos.
Ya hubo un periodo de prueba, duré tres meses sin beber alcohol desde marzo a mayo de este año. Empezó con una iluminación. En febrero fui a Barakaldo a pasar el puente del día de Andalucía. El viernes cené en el txoko de mi primo y el sábado comí con mis antiguos compañeros de equipo de balonmano, un fin de semana con mucho alcohol. La irresponsabilidad de coger el coche después de unas cervezas y tres cubatas de ron el viernes me dio que pensar en el largo viaje de vuelta de coche desde Barakaldo a casa (La Algaba, Sevilla) ocho horas por delante de reflexión. Me martilleaba la idea de que si me hubiesen pillado en un control me hubiesen quitado el carnet, con lo que se me hubiese complicado el trayecto La Algaba-Lepe que hacía el curso pasado. Obviamente esa idea era impactante, pero más lo eran las consecuencias que podría haber generado si hubiese tenido un accidente. Otra persona podría haber pagado cara mi imprudencia.
El fin de semana siguiente celebramos una fiesta en casa. Elena suele juntarse con sus amigas, parejas y prole respectivas una vez cada seis meses en el jardín de sus padres. Alquilamos un castillo hinchable, las criaturas se divierten, nosotros también. Alcohol no sobra. Uno de los que viene es un enamorado del vino y trae siempre deliciosos caldos. Bebí tinto, blanco y cava, más de una copa de cada. Al terminar alguien dijo no hay copas o qué, mi cuñado sacó el mueble bar y yo traje una botella de patxaran casero que había hecho mi padre y había traído de Barakaldo la semana anterior. Al patxaran le añadí una copa de Amarginha, licor portugués.
El domingo fue un auténtico horror. Una pena. Decidí dejar de tomar alcohol durante un año.
Cuando me decido a hacer un reto me bombardeo de información al respecto. Vi entre otros el vídeo en el que el nutricionista Julio Basulto da respuesta a la pregunta ¿Es sana una “copita de vino” diaria?.
El 8 de marzo empecé el reto extremo, no tomar nada de alcohol en un año. Duré tres meses. Tres meses en los que tuve que decir no a una sabrosa pinta de Guinness en Londres; en una comunión ni un vino, únicamente agua con gas; aguanté la presión de gente que no entiende que alguien tome la decisión de no tomar alcohol; descubrí el maravilloso mundo de los zumos e infusiones y sobre todo, disfruté de domingos sin dolor de cabeza. Pero… caí. Me dije “¡Va! Por un zurito no pasa nada” uno me llevó a otro… Volví a consumir alcohol, eso sí no tan compulsivamente. Pasó el verano y decidí dejar el alcohol después de las fiestas del pueblo el pasado primer fin de semana de septiembre, si has estado en algún pueblo castellano de fiesta sabes cómo fluye el alcohol, forma parte del programa festivo. Volví a tomar la determinación de alcohol cero. Este curso preparo oposiciones y no me viene mal quitar este mal hábito. Estaré sin tomar nada de alcohol hasta después del examen de oposición. Espero no caer de nuevo, lo que aprendí aquellos tres meses es que no se puede abrir la puerta ni siquiera a una copa; cero debe ser cero.
Te invito a retarte de forma extrema, sin duda ayuda a conocerte.
Buena semana.
Gorka “sin OH” Fernández Mínguez
Una de las cosas que agradezco al embarazo y a poner tierra de por medio, es mi casi nulo consumo de alcohol en la actualidad. Incluso aunque mis eventos sociales comienzan a aumentar, siempre tomo cerveza 0,0 o agua, en muy muy pocas excepciones me tomo una copa de vino o cerveza con. Y una vez te acostumbras, el cuerpo se te hace y lo agradece. Ser consciente y considerar que es un problema ya es un gran paso. Buen referente J.Basulto, polémico para algunos, pero en cuanto a la salud no debería haber medias tintas. Ánimo con tu propósito 💪
Dear Gorka, you are absolutely right.
Best wishes for your personal challenge.
Mrs Torres