Tengo dos, quizá sean tres, artículos que no he llegado a publicar porque eran demasiado personales. En los últimos tiempos he preferido no proyectar aspectos personales en mis escritos. Hoy me saltaré la norma y te contaré por qué dejé de escribir por aquí.
Una ruptura sentimental es un impacto a nivel personal, un terremoto. Si añadimos el matiz de divorcio con criaturas se añaden varios grados richter. Desde octubre estoy en ese proceso de divorcio y por si no lo sabes tengo dos preciosas criaturas que iluminan mi ser. Tanto ella como yo lo tenemos claro: romper es lo mejor. El proceso está siendo muy cordial, no hay estridencias. A pesar de ser conscientes de que es lo mejor, no deja de ser un duelo, decir adiós a una relación a la que yo personalmente estoy muy agradecido es complejo. Se transita por diferentes estados emocionales. Está siendo duro, no es fácil. Estoy en terapia, no me importa decirlo. Pero siento que estoy creciendo, el proceso es lento pero se intuye que de aquí saldré mejor. Ya salí mejor de otra ruptura sentimental, aquella menos compleja, en cierta medida lo hice escribiendo. Me abrí un blog con un pseudónimo y me puse a escribir sobre cómo me sentía, con el paso del tiempo se convirtió en una novela: Adiós a los treinta.
En este proceso actual he dejado de hacer cosas que me llenan pero porque no me veía con ganas de enfrentarme a ellas. No he dejado de escribir, en parte, ya que he escrito para mí, pero he dejado de hacer el podcast de cine con mis amigos Chus y César; dejé de hacer mi programa de televisión La azotea algabeña y cerré esta newsletter el pasado cuatro de diciembre con la idea de no volver a escribir más. Pero algo en mí está cambiando, me veo con más ganas o por lo menos veo rayitos de luz que asoman y me impulsan a retomar esas actividades. El martes grabaremos el podcast, hablaremos sobre la película Shine. El miércoles haré dos entrevistas para la tele: una a las cinco a Marcelo, un responsable de Caritas aquí en La Algaba, y la otra a las seis a Quique, un bombero que estuvo en el mar Mediterráneo ayudando a migrantes y tuvo que enfrentarse a un juicio, qué ganas tengo de conversar con los dos.
Entonces… hace unas horas, en el avión de vuelta a casa desde Bilbao, he leído un comentario de mi amiga Amparo al último artículo que publiqué y me he dicho: Gorka si a ti escribir te sana, si a ti escribir te sirve… por qué no retomas el compromiso semanal de la newsletter… Y eso voy a hacer, ese es mi regalo en una noche tan especial como esta. Permíteme la egolatría pero este regalo, el volver por aquí, es para mí; que luego lo leas tú es importante, sin duda, pero el efecto terapéutico que tiene sobre mí me lo quedo yo. La magia de esta noche me ha animado a retomar una newsletter a la que tengo mucho cariño.
Si llegas por primera vez te invito a que te suscribas, solo tienes que poner tu correo electrónico, tendrás en tu buzón, habitualmente los viernes, una reflexión sobre desarrollo personal en general y sobre la vida en particular.
Me han quedado unos cuantos artículos sin publicar así que puedo ir soltándolos a la vez que espero inspiración, creo que tengo material hasta mediados de febrero. Para entonces ya habrán vuelto las musas, eso espero, si es que no están con Serrat.
¿Me acompañas?
Feliz noche de reyes, yo les he pedido serenidad y coraje para esta nueva etapa que me toca vivir.
Un fuerte abrazo.
Gorka “volver” Fernández Mínguez
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PD: Sabes lo que me falta ahora, retomar mi hábito lector. Eso me está costando la vida, me cuesta sentarme a leer ¿Me recomiendas algún libro que me saque de este pozo?
Todo lo que nos pasa, al final, nos ayuda a conocernos mejor… ya sabes dónde estoy para lo que sea… y Marcos, of course, tb 😘😘
A mi en una situación parecida me ayudo mucho leer el libro ¿Quién se ha llevado mi queso? Es un libro genial que se lee en dos tardes