Sánchez Dragó era bueno entrevistando.
Mi hijo suele pasear por casa cantando una canción que hace referencia a una rata, se le oye pasearse cantando ¡rata inmunda, animal rastrero, escoria de la vida, adefesio mal hecho! Indagando he descubierto que hace referencia a una canción de la mexicana Paquita la del Barrio que ha tenido un resurgir de este éxito tras el beef de Shakira. Si te paras a pensar, la canción podría estar dedicada al escritor madrileño Fernando Sánchez Dragó que murió el lunes por la mañana, iniciada esta semana.
Tengo sensaciones encontradas respecto al escritor, como escribí en la introducción a mi primer libro Aprende y disfruta: revisando la aplicación de RTVE en el iPad encontré que Fernando Sánchez Dragó tenía un programa en la segunda cadena de TVE llamado “Libros con uasabi”. Este escritor me evoca sensaciones encontradas, me parece un intelectual con unos rasgos ególatras y vanidosos que empañan esa erudición. Me quedé perplejo cuando vi el último programa de su segunda temporada; hablaba de su propio libro "Gárgoris y Habidis", primero que escribió. El programa completo, una hora sobre su libro. Todo el programa versaba sobre este libro publicado hace cuarenta años. La pasión y orgullo con la que Dragó habla sobre su creación, me dio que pensar. Me vi dentro de cuarenta años releyendo este mi primer libro e incluso me di cuenta de que un libro apasionante me rondaba.
Por así decir Dragó (o la pasión de Dragó con su primera obra) me empujó a escribir mi primer libro. Sigo pensando que fue un intelectual con unos rasgos ególatras y vanidosos que empañan esa erudición.
Añado que fue bueno entrevistando porque, para mí, lo fue. Llevo más de veinte años haciendo entrevistas en podcast, radio o televisión. Prefiero siempre grabar o emitir en persona, cara a cara y en esta última época tanto en Mesa Camilla como en La azotea algabeña lo estoy gozando. Suelo fijarme en quienes entrevistan para incorporar recursos a mis conversaciones. He aprendido mucho viendo cómo lo hacen Julia Otero, Alex Fidalgo, Mercedes Milá o cómo lo hacían Ángel Casas, Jesús Quintero o Fernando Sánchez Dragó.
Tuve una pelotera en Telegram en un grupo de amantes de libros, menos mal que no se me ocurrió escribirlo en Twitter, publiqué esto:
A mí gustaba como entrevistaba, cómo se preparaba la entrevista, cómo atendía a quien tenía delante… aspectos que echo mucho de menos en otras personas que entrevistan actualmente.
Planteé que quizás no debería leerse Madame Bovary por haber sido un libro escrito por Gustave Flaubert quien pagaba por acostarse con jóvenes adolescentes. Alguien me respondió:
Es que es básico valorar la época en que vivió. Si en la actualidad estás orgulloso de follar con niñas, para mí es mejor que te mueras. Harás muy bien tu trabajo, pero si estás muerto, no violas más.
Y sí… (como dicen en Argentina) Ahí está el eterno debate entre el personaje y la persona. Sinceramente, yo no he dejado de ver películas de Woody Allen tras ver el documental de Mia Farrow.
Cuando planteo que me gusta cómo entrevistaba Sánchez Dragó no estoy validando su pensamiento político o pederastia, simplemente estoy diciendo eso: que era bueno entrevistando. Tenía una de las virtudes de las que últimamente adolecemos, estar presente en una conversación. Me parece fundamental este aspecto para entrevistar a alguien y en general para conversar, aunque sea en la barra de un bar. Si conversas con alguien has de estar presente, darte a la conversación no a la notificación de tu móvil o si tu equipo marca un gol en la pantalla del bar en el que estás.
Otro de los aspectos que valoro mucho en Dragó y en otras personas que entrevistan es prepararse la entrevista, indagar en la persona que tienen enfrente e intentar sacar lo mejor de ella.
Antes de escribir este artículo hablé con mi amigo Asier Vázquez. Le pregunté qué le parecía Sánchez Dragó (tengo en cuenta su opinión porque es mi amigo y porque él también es un buen entrevistador) me dijo que para él también Dragó era un buen entrevistador e incluso que dirigió programas culturales que hoy en día sería imposible ver en televisión, duraban más de una hora. A ver quién aguanta ahora más de cinco minutos una conversación en la tele… Pero también insistió en su carácter ególatra con estas palabras: para mí Sánchez Dragó es el típico caso de persona a la que el tamaño de su ego le impide pensar con claridad las cosas y las ideas y de ver el mundo. Le pasaba igual a Escohotado, a Aznar le pasa igual… Esos egos tan grandes no les dan clarividencia, al contrario.
Así que cuidado con tu ego, procura estar presente en cada una de las conversaciones que tengas… con buen criterio Raúl Hernández en su newsletter Diarios de un knowmad nos recuerda que una conversación es un baile, concretamente lo expresa así: entender la conversación como un intercambio, como un baile, donde el resultado final se enriquece gracias a la interacción entre dos voces, en el que obviamente hay que estar presente. Dragó era un buen bailarín y ahora me apetece ver su baile con Joaquín Sabina, en su programa Negro sobre Blanco. Afortunadamente podré seguir disfrutando del arte de conversar de Sánchez Dragó gracias a YouTube, otro día, si eso, hablamos del Milenarismo ¡Cojones ya!…
Cuídate y ponte a pensar si tu gato se te sube la cabeza…
Buena semana,
Gorka “presente” Fernández Mínguez
PD: Mañana se publicará la conversación que mantuve el lunes con Juana González presidenta de la Pastoral de Hermandades de La Algaba, ahí tienes un ejemplo de lo que es bailar para mí.
PD”: Hablo en este artículo de Fernando Sánchez Dragó como conversador, no como escritor ya que intenté leer su libro El camino del corazón que me regaló mi amiga Ana Municio y no pude con él, me atrae más la faceta de entrevistador.
PD3: Recuerda que si quieres tener en papel (o kindle) la recopilación de artículos del primer año de esta newsletter puedes adquirir el libro en Amazon: