Cuando Xalbador dijo os quiero
Cuando te envío esto disfruto de los últimos días de vacaciones en el pueblo vallisoletano de Trigueros del Valle. Estamos en fiestas. Si conoces las fiestas de pueblo sabrás que para mí puede ser una de las mejores guindas para una vacaciones que este próximo lunes terminan.
Estamos en 1967, el régimen franquista cede respecto al uso del euskera y se celebra la cuarta final de improvisadores del verso después de la guerra. En el frontón Atano III hay expectación ante la final, está lleno. Ocho bertsolaris compiten por la txapela (de ahí txapel-duna), dos proceden de Euskadi Norte (la parte vasca bajo administración francesa) uno de ellos es Fernando Aire “Xalbador”, el resto prácticamente son guipuzcoanos, juegan en casa. La dinámica consiste en improvisar en base a unos temas dados, las preliminares se componen de varios formatos de rimas. Xalbador, pastor de la baja Navarra, canta en su dialecto. El público a veces no le sigue, ya que no entienden algunos giros o expresiones. Su canto es serio y profundo, critica la guerra de Vietnam y se moja respecto a diversos temas. El público no le sigue, pero el jurado valora sus producciones y lo designa para la final junto al local Uztapide. Comienzan los gritos y abucheos cuando suena el nombre de Xalbador como finalista, el frontón parece caerse, a nadie le gusta que hayan elegido a un bertsolari tan serio y a quien no se le entiende. Xalbador se mantiene firme, otro quizá se hubiese vuelto a su casa ofendido. Siguen los gritos, el jurado no sabe dónde meterse. Comienza la fase final y Xalbador canta, lo interrumpen continuamente aunque se va ganando a parte del público. En momento dado tiene que callar durante unos segundos y se mezclan gritos y aplausos, hace una mueca de malestar y continua:
Anai-arrebak, ez, otoi, pentsa Hermanos y hermanas, no, oren, piensen
neure gustura nagonik, que estoy contento conmigo mismo
poz gehiago izango nuen hubiera sido más feliz
albotik beha egonik; mirando desde un lado
zuek ezpazerate kontentu ustedes no están satisfachos
errua ez daukat, ez, nik… no es mía la culpa
Aquí paró Xalbador, respiró y siguió:
...zuek ezpazerate kontentu ustedes no están satisfechos
errua ez daukat, ez, nik, no es mía la culpa
txistuak jo dituzute bainan me habéis silbado
maite zaituztet orainik! pero os sigo queriendo
El pabellón se cae por los aplausos.
Cuando lo han chillado y gritado, lo han vilipendiado, el respira y sigue haciendo su trabajo, pero acaba diciendo al público que los sigue queriendo.
En tiempos difíciles no hay nada como mantener la calma y desterrar el rencor. Este histórico momento de la historia del bertsolarismo nos ilustra muy bien esa actitud. No ganó aquella final, lo hizo Manuel Olaizola “Uztapide”, ni ninguna otra, pero Xalbador ha sido considerado como uno de los poetas y cantores de versos más influyentes del pasado siglo XX. Su final lo conté en otro correo por aquí.
Cuando todo vaya mal respira, mira al frente y olvida el rencor.
Gran ejemplo, el pastor de Urepel.
Buen fin de semana,
Gorka “poeta” Fernández Mínguez