Hay un momento del último mundial de fútbol que me maravilla, la explosión emocional del entrenador argentino Lionel Escaloni. El momento en el que Argentina gana a los penaltis se recoge en este vídeo. Argentina se jugaba ganar la copa contra Francia, en una de las finales más impresionantes que se han vivido en los mundiales. Llegaron al final del partido con un empate a tres goles y había que ir a los penaltis, siempre una lotería. Al jugador argentino Gonzalo Montiel le tocaba tirar el penal decisivo, si lo metía ganaban el mundial. Lo metió y todo el mundo explotó de alegría, todo el mundo no; Lionel Scaloni se quedó mirando no se sabe adónde y vio como le venían a abrazar dos o tres técnicos auxiliares. En un momento dado se da la vuelta y se va a sentar al banquillo, sigue con la mirada perdida, coge una botella de agua, toma un sorbo, parece que va a arrancar a llorar pero sigue conteniéndose, se levanta, da unos pasos hacía el terreno de juego en el que su equipo se acaba de proclamar campeón mundial, toca el césped, se santigua y explota. Rompe a llorar de alegría. Leandro Paredes, un jugador, lo abraza y le da unas palmadas en la cabeza. Lionel sigue llorando, resoplando. Por fin estalló, tras una larga contención emocional.
La contención emocional de Lionel Escaloni
La contención emocional de Lionel Escaloni
La contención emocional de Lionel Escaloni
Hay un momento del último mundial de fútbol que me maravilla, la explosión emocional del entrenador argentino Lionel Escaloni. El momento en el que Argentina gana a los penaltis se recoge en este vídeo. Argentina se jugaba ganar la copa contra Francia, en una de las finales más impresionantes que se han vivido en los mundiales. Llegaron al final del partido con un empate a tres goles y había que ir a los penaltis, siempre una lotería. Al jugador argentino Gonzalo Montiel le tocaba tirar el penal decisivo, si lo metía ganaban el mundial. Lo metió y todo el mundo explotó de alegría, todo el mundo no; Lionel Scaloni se quedó mirando no se sabe adónde y vio como le venían a abrazar dos o tres técnicos auxiliares. En un momento dado se da la vuelta y se va a sentar al banquillo, sigue con la mirada perdida, coge una botella de agua, toma un sorbo, parece que va a arrancar a llorar pero sigue conteniéndose, se levanta, da unos pasos hacía el terreno de juego en el que su equipo se acaba de proclamar campeón mundial, toca el césped, se santigua y explota. Rompe a llorar de alegría. Leandro Paredes, un jugador, lo abraza y le da unas palmadas en la cabeza. Lionel sigue llorando, resoplando. Por fin estalló, tras una larga contención emocional.