El miércoles de la feria de Sevilla en el pasado mes abril tuve que ir al funeral de un primo de mi padre a Écija, coincidía que para mí era festivo. No tuve ningún problema en desplazarme al tanatorio por la mañana ya que no tenía que trabajar. Después de la misa comí con mi tío y mi tía en el restaurante las Ninfas donde mi amigo Óscar nos atendió fantásticamente. Era un día, en cierta manera, ambivalente a nivel emocional. Eché un poco la siesta antes de una reunión de un grupo de trabajo en el que participo desde la distancia, acudí por encontrarme en la ciudad. Después de la siesta me senté en sofá orejero de mis tíos y me puse a revisar el móvil. En Telegram, en un grupo de Lectura Conjunta Virtual hubo un comentario que me encendió. Era algo así como “Siempre pensaría mal de una persona que tuviese en sus manos un libro de…” El autor es lo de menos. Respondí que “Leer el Main Kampf no te hace fascita. Fascista es quien dice qué autores no hay que leer”. A todos los efectos llamé fascista a la usuaria prejuiciosa. Se lio una buena. Obviamente me equivoqué, el término fascista tiene una carga demasiado intensa. Fue desproporcionada mi respuesta, como desproporcionada fue la reacción de la administradora del grupo. Estuvimos toda la tarde debatiendo y a pesar de que me disculpé por haber generado ese clima en el grupo, se me expulsó sin mediar ninguna manera. Seguía formando parte de otros dos grupos satélites y al día siguiente, reconozco que para tocar un poco las gónadas para que se dieran cuenta de que aún seguía en ese otro grupo en este caso sobre cine, hice un comentario a una publicación sobre la película 20.000 tipos de abejas. En esa ocasión el administrador, al percatarse de que estaba ahí, me envió un mensaje por privado comentándome que las personas que dinamizaban los grupos habían decidido expulsarme de todos los grupos que coordinaban, que entendía que no lo compartiese pero que era así. Le agradecí que me lo comunicase previamente y le hice ver que me parecía desproporcionado, pero que era su decisión. También le apunté que me expulsaran del tercer y último grupo en el que me encontraba, uno sobre lecturas de Zweig. Fui por tercera vez expulsado.
Tocaba reflexionar.
En la reunión estuve más pendiente del móvil y de la discusión en el grupo de Telegram que de los temas que se trataban. Respondía impulsivamente y sentía cierto malestar por el debate. Todo aquello no merecía la pena. Nuevamente pensé en cómo me afecta el móvil en mi vida diaria. Ese fin de semana nos íbamos a la playa y decidí dejar el móvil en casa. A pesar de cierta incomodidad inicial y un deseo irrefrenable de saber si me habían mandado algún Whatsapp, no pasó nada. La dieta de dopamina tuvo un buen resultado, leí como hacía tiempo no había leído: terminé la primera parte de Fahrenheit 451 que estamos leyendo en el Club de Lectura Conversalibros, varios cuentos del libro Música para camaleones de Truman Capote y otro cuento más de Salinger en su Nueve cuentos; jugué más con mi hijo al fútbol e incluso me vi como tonto llevándome la mano al bolsillo para encontrar el móvil ausente cuando esperaba a Elena para bajar a la playa. Cuando llegué el lunes a casa revisé los mensajes y comprobé que si quitaba la app del Whatsapp del celular seguía teniendo la opción de utilizarla en el ordenador. La quité, Telegram también, ahora solo las uso cuando estoy conectado al PC. Solo dejé Instagram que es más complejo de utilizar en la web. Borre Twitter. Me apunté en Telegram a otro grupo de Lectura Conjunta. Ya he pedido a la librería Saco de huesos de Stephen King que leeremos en junio, el grupo se llama Club Literario Armario de Libros. Está mucho mejor organizado que el anterior, del que me expulsaron. No es rencor, es objetividad. No te puedes imaginar la de grupos de Lectura Conjunta que hay en Telegram…
El rencor no sirve para nada.
Días después de mi expulsión vi un Reel en el que Ramiro Calle decía algo así: “en esta sociedad de hoy, en este mundo tan agresivo deberíamos utilizar más esta secuencia de verbos: observar, sonreír y callar”. Me parece un pensamiento estoico útil en estos tiempos que debo aplicar, te invito a ello.
Buena semana,
Gorka “tarjeta roja” Fernández Mínguez
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PD1: Acabo de desinstalar del móvil Instagram. A ver cómo vivo sin Reels. Mi conexión con las redes sociales se reduce al ordenador.
PD2: Este lunes toca liberar un capítulo de mi libro Aprende y disfruta, en esta ocasión escribo sobre la innovación en la escuela.
PD3: El próximo 18 de mayo es mi cumpleaños, cumpliré 48 y me gustaría que “me hicieses un regalo”. Pincha aquí y sabrás cómo.
PD4: Recuerda que si quieres tener en papel (o kindle) la recopilación de artículos del primer año de esta newsletter puedes adquirir el libro en Amazon:
Es el efecto a largo plazo de las RRSS, nos hacen más impulsivos y menos críticos, hay poco lugar para la reflexión. Particularmente, soy más libre desde que no tengo ninguna, solo mantengo LinkedIn por temas profesionales. Y en Telegram igual, solo tengo uno para temas relacionados con mi profesión. WhatsApp para comunicarme y he modificado muchas notificaciones del móvil que no son imprescindibles.
Como bien señalas, están diseñadas para tener esa dependencia y activar según que "recompensas" o estímulos a nivel cerebral (dopamina, endorfinas, adrenalina..) En un curso que realice, un psicólogo se atrevia a ir más allá y relacionar según que redes sociales a esas mismas, pero lo vi un poco "exagerado", porque no existe tanta evidencia por ahora. Lo que tengo claro es que son un problema para nuestra atención, nos quitan el foco de lo importante.
Tu mismo describes todo lo que te ha dado tiempo a hacer cuando has eliminado o limitado el acceso a las mismas: leer, pasar el tiempo con los tuyos, divagar... Y al principio la sensación es que te pierdes algo, pero la verdad, no te pierdes nada.
Lo de echarte desproporcionado, aún más cuando te has disculpado y en parte tenías razón, quizás no eran las palabras adecuadas pero hay gente con la piel muy fina. Unido a lo que se sobredimensiona y malinterpretan las cosas por estas vías.
En fin, espero que te vaya mejor en ese nuevo grupo y sigas con tu "desenganche" a las Redes.